miércoles, 17 de junio de 2015
jueves, 11 de junio de 2015
Después del funcionalismo (Parte 2)
Los
materiales
A la
par de la expansión de las ideas del movimiento moderno y durante los años
sesenta surgen varios arquitectos que exploran a su manera las bondades de los
materiales industriales, presentan su propia visión del funcionalismo tomando
algunas ideas pero nunca cerrándose al código establecido. Algunos de ellos
preferirán mezclar estos materiales con los tradicionales y se ajustarán a las
necesidades de su región. Así, aparecerán nombres como Alvar Aalto, Frank Lloyd
Wright y el uruguayo Eladio Dieste, dentro de la escena de lo que podría
llamarse arquitectura orgánica, el ingeniero Pier Luiggi Nervi, Félix Candela y
Eero Saarinen que exploran la plástica del concreto armado de una manera casi
lógica e inclusive Oscar Niemeyer discípulo de Le Corbusier que trabaja a su
manera las reglas del funcionalismo prefiriendo el uso de la línea curva en sus
edificios. Mientras tanto en México el ganador de Pritzker Luis Barragán quedará
fuera del esquema de los funcionalistas de ese entonces en México haciendo su
estilo único denominado “arquitectura emocional” que integra también el tema
del regionalismo.
Todos
ellos, grandes maestros de la arquitectura, difícilmente pueden ser encasillados
en una tendencia clara. Otro arquitecto inclasificable sería Kenzo Tange,
también aprendiz de Le Corbusier pero que con obras como la Catedral de Santa
María o el Gimnasio Olímpico de Toyogi, ambos en Tokio, da un paso más allá,
extrapolando la importancia de los materiales industriales y sistemas
estructurales, que años más tarde caracterizará al High Tech.
Con
el paso de los años se irá diversificando esta visión de la arquitectura que se
vio por primera vez en la etapa final del funcionalismo, con edificios
proyectados inclusive por los mismos funcionalistas, surgirá el denominado
Brutalismo de Le Corbusier en la capilla Notre
Dame du Haut y sus edificios en Chandighar en el que el concreto será el
elemento formador de carácter con pesadas estructuras.
Hacia
los años setenta ocurrirá un fenómeno diferenciado de la etapa anterior, y
surgirán dos vertientes contrapuestas que sin embargo devienen del propio
Movimiento Moderno -¿o podrían considerarse parte del Moderno?- tal como Jencks
(1989) comenzó a explorar y analizar. Surge así el denominado Tardomoderno –que en el temario de la
materia aparece nombrado como modernista-
y el Posmoderno.
Vale
la pena mencionar, que al tratarse de una etapa próxima a nuestra época, su
estudio se vuelve complejo y dependiendo del autor que se estudie, la visión
podrá cambiar casi completamente. El Posmoderno, parecerá de entrada sencillo
de comprender e identificar, no así lo será el Tardomoderno que presenta mayor
complejidad y divergencia. Esta visión variará también de acuerdo al año en que
se haya realizado el estudio y el término que se utilice para definir dichos
movimientos. A este punto será necesario ser lo más claro y sintetizar
adecuadamente la información al alumno, que se encontrará con seguridad en un
laberinto de tendencias, formas y contradicción.
El
Tardomoderno exaltará a su manera las bondades y características trabajadas en
el funcionalismo. No se trata de tomar todos los elementos de su génesis, sino
una parte de ellos, según convenga y éstos llevarlos a su máxima expresión
llegando a la exageración. Por otro lado el Posmoderno irá por completo en
contra del Moderno, el término pos
hace referencia a ir más allá del
Moderno, como si lo superara y no simplemente después como podría pensarse. El Tardomoderno por su parte, será
más difícil de unificar, por las numerosas vertientes que presenta. Sin embargo
teóricos como Jencks han realizado un gran esfuerzo por analizar la
arquitectura de las últimas décadas del XX para encontrar una posible
clasificación.
Así,
dentro de este movimiento encontraremos una serie de tendencias desde el
Brutalismo, el Minimalismo –derivado de la sencillez promulgada por el
funcionalismo y que tuvo su máximo exponente en Mies Van der Rohe-, el High Tech, el Deconstructivismo, el
Metabolismo –Japón-, Light Construction
–donde la luz se convierte en el actor principal, sobre-utilizando el vidrio-,
el slick tech –exploración del
muro-cortina-, entre algunos otros menos definidos e inclusive ambivalentes.
En
buena medida el Tardomoderno se verá guiado por el desarrollo de los materiales
industriales, y su experimentación a lo largo de la primera mitad del Siglo XX.
Aparecerán estructuras complejas como la cúpula geodésica de Buckminster
Fuller, se explotará la modulación como ordenador estructural y espacial. La
repetición de elementos facilitará y ahorrará tiempo de construcción, de tal
manera que el proceso de industrialización se hará presente como los primeros
funcionalistas deseaban en la estética de la máquina. Sin embargo ya no hay
novedad en ello como en 1920, por el contrario, deja de sorprender el avance
para simplemente ser utilizado y mejorado en la primera oportunidad, porque se
sabe que toda mejora será rápidamente superada.
Probablemente
uno de los edificios más emblemáticos para esta etapa será el Centro Georges
Pompidou de Rogers y Piano, donde la tecnología quedará expuesta, la sinceridad
constructiva será el efecto exagerado, dando pie al multicitado High Tech, que en años posteriores será
desarrollado con destreza por estos mismos arquitectos y por el hoy tan famoso
Norman Foster.
Algunos
de los arquitectos y edificios que Jencks considera dentro del Tardomoderno
son: Brasilia de Niemeyer, el Gimnasio Olímpico de Tange, la obra de Aalto, la
ópera de Sidney, las cúpulas de Buckminster Fuller, algunas obras de Kahn, Richard
Rogers, Álvaro Siza, Mario Botta, Norman Foster, Isozaki, Meier, César Pelli,
Peter Eisenman.
En
cuanto al Posmoderno, Luis Khan dará el primer paso al hablar de la importancia
de la historia y el contexto en que se ubique un edificio, si bien estudiará al
propio Moderno, tratará de ir más allá de éste con su teoría: “la arquitectura
de Luis Khan combina las referencias antiguas y modernas con una seriedad sin
precedentes. Los préstamos que toma de los maestros modernos, del clasicismo y
romano, de la arquitectura medieval, islámica e incluso del academicismo
decimónico son utilizados de tal manera que los revivals intentados en el periodo precedente parecen de repente
anticuados”
Como
ya se ha mencionado el Movimiento Moderno intenta romper por completo la
relación de la arquitectura con su pasado, discriminando cualquier intento eclecticista,
de tal manera que salvo Frank Lloyd Wright en sus primeras etapas, ningún otro arquitecto
que haga referencia al pasado llega a sobresalir en esta época. El Posmoderno
planteará la necesidad de observar de nuevo hacia atrás, y comenzarán a
realizarse ejercicios de gran interés en donde se aprovechan las bondades
tecnológicas para construir, pero siempre se le da un mayor énfasis a la forma
y no a la función como años atrás. De esta ambigüedad se dice que el Posmoderno
maneja un doble código (Jencks, 1989, p. 111), no es un historicismo puro, los
rascacielos posmodernos no conseguirían existir de no ser por el avance
tecnológico.
Aparecerá
otra figura de gran importancia para este movimiento: Robert Venturi, uno de
los más importantes teóricos de esta etapa, con su “Complejidad y contradicción
en la arquitectura” (1974), quien trabaja desde la teoría y ésta la lleva a la
práctica, en una especie de experimentación que violentará prácticamente al
Moderno. Estudiará las “nuevas” formas que incluyen al pasado vernáculo e
historicista. Poco a poco se adherirán otros arquitectos como el camaleónico
Philip Johnson que realizará obras de gran libertad e inclusive fantasía en su
serie de rascacielos.
El
Posmoderno en manos de arquitectos como Aldo Rossi, otro gran teórico y
ejecutante, o inclusive Ricardo Bofil –que recuerda a los franceses
neoclasicistas Ledoux y Boulleé- serán
una excelente muestra de experimentación. En esencia parecería que el
posmoderno juega simplemente a la escenografía, pero acercarse a estos autores nos
revela que existen claras intenciones formales basadas en una teoría, no es un
discurso hueco, el cual sí se presentará
en obras menores en otras regiones del mundo por arquitectos con proyectos
mucho menos inteligentes. A Venturi se le atribuye inclusive el deseo de
plasmar el juego, pero no es un juego burdo y fácil, ahondará en la semiótica
de la arquitectura como pocos lo habían hecho de manera tan consiente.
Los
Posmodernistas declararán la guerra al Moderno, celebrarán la destrucción de
edificios construidos bajo este movimiento –Roman Point en Inglaterra y las
viviendas Prtuitt Igoe en San Luis (Jencks, 1989, p. 12)-, criticarán a los
tardomodernos, pero no pueden negar que deben su existencia a éste. Sin el
primero no hubiera aparecido el segundo.
Hoy
en día el Posmoderno ha sido superado, podemos verlo en las últimas obras de
Bofil como el Hotel W, donde no queda ni mella del eclecticismo característico
de los años setenta y ochenta. Quizá únicamente la parte posmoderna que habla
del regionalismo ha continuado teniendo vigencia, porque se hace una
reinterpretación de materiales y formas de la región que difícilmente podrán
dejar de ser actuales –Alvaro Siza, Souto de Moura o el mexicano Mauricio Rocha.
En
cambio el Tardomoderno ha perdurado, tal vez por su divergencia de
posibilidades, y actualmente arquitectos jóvenes como Bjarke Ingels se dicen
descendientes del moderno, pero por supuesto con su visión particular y
creativa, generando espacios muy interesantes que no deben ser ignorados en las
escuelas de arquitectura.
En
la etapa Tardomoderna se encontrarán arquitectos cuya obra difícilmente podrá
ser clasificada en una de estas dos tendencias, por ejemplo la pirámide del
Louvre de Pei, ¿se trata de una obra Tardomoderna al utilizar los materiales
industriales principalmente o Posmoderna por hacer referencia a un elemento
histórico como las pirámides de Giza? Tal como Jencks (1989, p. 12) argumenta,
reina la confusión. Habrá quien no haga distinción de intenciones entre estas
dos vertientes y clasifique todos estos años como un solo movimiento
posmoderno, porque indica que ambos pueden ser “manieristas y a veces barrocos, ambos otorgan
gran importancia a la expresión, complejidad, sensualidad y ‘ficción
arquitectónica’” (Jencks, 1989, p. 14). Habrá arquitectos que fluctúen de una
tendencia a la otra. Sin embargo, solo el paso del tiempo dará una visión más
objetiva del cuadro de la segunda mitad de Siglo XX, será como observarlo a
distancia, tomando en cuenta la totalidad de éste y no solo una fracción.
Sistemas de proporciones (Parte 2)
Nota: Los trazos aquí presentados fueron obtenidos de la tesis de MARTÍNEZ DEL SOBRAL Y CAMPA, Margarita Berta, Los conventos franciscanos del siglo XVI en el Estado de Puebla, México, UNAM / FA / División de Estudios de Posgrado, 1987.
Cómo realizar los trazos de la sección áurea
Cómo realizar los trazos de la sección áurea
Cómo realizar los trazos del Rectángulo de K
Cómo realizar los trazos del cuadrado de San Benito
Se comienza por trazar un círculo de diámetro indefinido, posteriormente un cuadrado circunscrito a éste, luego, un círculo que toque las esquinas del primer cuadrado y finalmente un cuadrado siguiendo el mismo procedimiento que el anterior.
domingo, 7 de junio de 2015
Elementos estructurales básicos
¿Qué elementos estructurales existen?
Cimentación
Columnas
Trabes
Castillos
Muros
de carga
Cerramientos /cadenas/dalas
Nota: Nunca debes proporcionar dimensiones finales de elementos estructurales ni armados o calibres a menos que se haya realizado un cálculo estructural. Consulta a un estructurista cuando realices un proyecto.
Recomiendo el libro: Sistemas Estructurales de Heino Engel, contiene una infinidad de opciones de sistema de estructuras y explicaciones muy sencillas, te indica además los claros que se pueden llegar a librar con cada uno de ellos.
sábado, 6 de junio de 2015
Después del Funcionalismo (Parte 1)
El
tema a desarrollar en este ensayo es el de los efectos de la tecnología y el
impacto demográfico en la concepción de espacio arquitectónico, ello dentro del
marco de la segunda mitad del Siglo XX. Sin embargo no se deben olvidar ciertos
antecedentes que serán de utilidad, porque todo es una cadena de eventos.
La
Revolución Industrial trajo consigo una serie de fuertes cambios a nivel
social, político, económico y cultural, se trata de un parteaguas en la
historia que por supuesto también tiene efectos sustanciales en la
arquitectura. El capitalismo que ve sus primeros atisbos desde la última etapa
de la Edad Media, llega a su madurez con dicha Revolución, entre los efectos
más importantes que interesan a este trabajo se encuentran el de la explosión
demográfica –el movimiento del campo a las ciudades- y el de la aparición y uso
de los materiales industriales.
Si
bien desde el Siglo XVIII había comenzado a experimentarse con el hierro
fundido en estructuras más bien próximas a la ingeniería, no fue sino hasta el
siglo XIX con la arquitectura Ecléctica y con el Romanticismo que éste comienza
a cobrar fuerza en la arquitectura. Se podría considerar al Eclecticismo como
una crisis formal, la cuestión era ¿hacia dónde se dirige la arquitectura? Y la
respuesta era buscar en el pasado. No se sabía bien a bien aún qué hacer con
los nuevos materiales y la respuesta fue ocultarlos.
Con
el paso de los años, surgirán de nuevo los cuestionamientos, y de ello nacerá
el Art Nouveau, que incluye, por supuesto, el uso de los materiales
industriales, pero ya no se esconden, al contrario, se exhiben, pero se
ornamentan. Esta corriente dice ser el “nuevo arte”, aunque en poco tiempo será
superada.
De
acuerdo con Bruno Zevi (1980) tanto Arts and Crafts, el Art Nouveau, la
Secesión Vienesa y el Deutscher Werbund pueden ser considerados como la primera
época de la arquitectura moderna, ¿por qué?, porque son el primer rompimiento
con el historicismo.
Sin
embargo, todos estos movimientos siguen manteniendo a la ornamentación como
parte de su diseño, es una situación obvia, ésta no puede ser dejada de lado
tras tantos siglos. No será sino, hasta que Adolf Loos con su “Ornamento y
delito” (1908) dé el primer paso hacia el despojo de toda decoración.
Comenzando así un segundo periodo de la arquitectura moderna: el funcionalismo
–racionalismo o estilo internacional como lo bautizará más adelante Philip
Johnson a raíz de la exposición de 1932 en el MoMA-, que seguirá una serie de
lineamientos bien marcados que actuarán como manual para el arquitecto de
entones. Una época utópica, con las grandes figuras de Le Corbusier, Mies Van
der Rohe y Walter Gropius.
Los
materiales industriales no son ocultados como en el Eclecticismo, ni aparentan
ser elementos de la naturaleza como en el Art Nouveau, al contrario son
aprovechados y expuestos, exhibiendo su belleza intrínseca, son explotados al
máximo, se hablará entonces de la sinceridad de los materiales. Se aprovechan
las cualidades del concreto para realizar avances en los sistemas estructurales
que antes no habían sido posibles. Las formas se simplifican, la ornamentación
desaparece por completo. Es una ruptura total con el pasado. Ello no significa
que no exista ninguna relación con éste, no en vano Le Corbusier ha sido
calificado de clasicista, pero sí se trata de una mirada completamente fresca.
El
funcionalismo buscará despojarse de todo elemento secundario, la limpieza será
un tema básico, ésta además estará relacionada con la higiene, recordemos que
los avances científicos traerán consigo la necesidad de sanear las ciudades, la
propia casa-habitación requerirá tener mayor luz y ventilación para asegurar
salud a sus habitantes.
En
esta simplificación de formas, será Mies Van der Rhoe quien mejor consiga
elaborar sus edificios, con el “menos es más” resolverá la mayor cantidad de
problemas con la menor cantidad de elementos, logrará espacios bellos,
elegantes, con apenas algunos muros. Basta recordar la casa Farnsworth para
comprender la inmaterialidad que plantea este arquitecto, idea que años más
tarde repetirá Philip Johnson con su Glass House.
A
pesar de las fuertes críticas que vendrán después con el Posmodernismo hacia el
racionalismo, ésta etapa de la arquitectura será una de las más importantes, de
las más creativas y que servirá de base para lo que ocurrirá después.
Las
ciudades
No
solo se realizan cambios a nivel formal dentro de la arquitectura en este
periodo, también en el urbanismo comienzan a analizarse muchos aspectos que
antes habían sido pasados por alto. Para el funcionalista, esa Revolución
Industrial de la que se ha hablado, va a trascender todos los ámbitos de la
vida. El automóvil cobra gran importancia por un lado, la explosión demográfica,
por otro.
Cambiará
por completo el concepto que se había tenido de ciudad durante siglos, ello
aunado a los avances en la medicina y la salud. Todos estos aspectos se verán
reflejados en los estudios y propuestas urbanas que elabora Le Corbusier tales
como, “Cómo concebir el urbanismo” (1959), la “Carta de Atenas” (1979) y el
proyecto utópico de la Ville Radieuse
para París, todos ellos servirán como pretexto para comprender una nueva etapa
en el urbanismo inclusive a nivel internacional.
A
este respecto, Le Corbusier dará gran importancia a las vías de comunicación, al
automóvil, zonificará la ciudad de acuerdo a las actividades, también impulsará
los rascacielos –que más adelante resultará ser la solución más adecuada al
aumento poblacional-; se trata de ciudades racionales en las que la luz y las
áreas verdes ayudarán a sanear los espacios. Todas estas ideas las verá
concretadas en la ciudad de Chandighar en la India, la única ciudad planeada y
construida por este famoso personaje. Tendremos también el caso de Brasilia que
seguirá en buena medida varios de estos principios, gracias al aprendizaje de
Niemeyer de los principios funcionalistas.
¿Cuál
es la importancia de hablar de estos planes e ideas concebidas prácticamente
durante la primera mitad del siglo XX? Desde ese entonces se veían venir una
serie de graves problemas urbanos que inclusive hoy en día aquejan las ciudades
de todo el mundo. Quizá no haya sido la mejor solución posible, pero no deja de
haber en ello una visión totalitaria y utópica que pocas personas han tenido a
lo largo de la historia.
Hacia
los años sesenta se presenta un cambio con respecto a las primeras cinco
décadas del Siglo XX, por un lado, las ideas del movimiento moderno “se
extienden por todo el mundo” mientras que comienza a perderse la unidad que
hasta entonces lo había caracterizado (Benévolo, Leonardo, 1999, p. 941). Se
tendrá la última etapa de los grandes maestros.
El
rascacielos irá evolucionando, Mies Van der Rohe conseguirá soluciones limpias
que cumplen con las funciones más variadas en cada uno de sus espacios,
estudiando la visual de éste, creando por ejemplo en el caso del Seagram una
plaza que rodea al edificio, pensando inclusive en el peatón, aspecto poco considerado
en la primera etapa del racionalismo, la máquina era más importante.
Continuando
con la construcción de estructuras verticales, Le Corbusier hará historia con
el Conjunto Habitacional de Marsella y la solución de las necesidades de sus
habitantes dentro del propio edificio. Esta idea será explotada ampliamente
durante la segunda mitad del Siglo XX e inclusive hasta nuestros días. Este
edificio será clasificado dentro del Brutalismo, que si bien resulta herencia
directa del funcionalismo maneja un nuevo lenguaje formal, perfectamente
diferenciado del racionalismo.
Durante
la década de 1960 a 1970 ser dará un crecimiento en las ciudades de todo el
mundo, continuando con la migración del campo a la ciudad (Benévolo, Leonardo,
1999, p. 965), la recuperación ante el desastre de la Segunda Guerra Mundial
está ya en marcha para este entonces y la mayoría de los países implicados se
fortalecen económicamente, lo cual dará lugar, además, a un mayor gasto en la
construcción, ya no se trata de crear espacios meramente funcionales, sino que,
se piensa también en la forma, vendrá posteriormente una etapa de revisión de
ideas, de importantes teóricos de la arquitectura como Khan o Rossi.
A
nivel urbano comenzará una etapa de revisión y propuesta, en buena medida, se
tomarán las bases previas del funcionalismo que ya se han mencionado. Se
crearán además una serie de nuevas ciudades a lo largo de todo el mundo,
también se planifican crecimientos de urbes ya existentes. Muchos de estos
proyectos que se ejecutan pueden considerarse experimentales inclusive.
En
muchos de estos modelos, se supone la importancia del transporte público, la
red de calles principales queda bien estructurada, pero además comienza a darse
valor al peatón (Benévolo, Leonardo, 1999, p. 973), un aspecto que ya veíamos
aparecer con Mies Van der Rohe. En cambio en ciudades de Estados Unidos se
presenta un esquema distinto, aparecen los suburbios, donde, si bien se están
separando las zonas de acuerdo a su función, la densidad en el exterior es muy
baja.
En
buena medida, el problema del aumento de población incrementará en los países
subdesarrollados, mientras que, con el paso del tiempo el Primer Mundo
desacelerará su crecimiento. En general, aunque muchas de las ideas de la “Carta
de Atenas” serán estudiadas e inclusive utilizadas, se intenta que el urbanismo
de estas décadas esté más basado en la realidad (Benévolo, Leonardo, 1999, p.
997), siempre buscando la posibilidad de perfeccionar, ya no se trata de una
utopía cerrada que no admite cambios.
Más
adelante, aparecerán estudios más complejos como el de Kevin Lynch (2010) en el
cuál se puede ya hablar de los resultados de las experimentaciones realizadas
en años anteriores y hacer nuevas propuestas con base en el análisis de casos.
Hacia
la década de los años setenta el fenómeno del crecimiento de las ciudades de
los países menos desarrollado continua, trayendo consigo problemas de tipo
ambiental, comienza, de esta manera una preocupación por el tema. Los servicios
toman un mayor impulso en comparación con la industria.
A
pesar de los estudios y planes que se habían realizado en la década anterior éstos
resultaron insuficientes o funcionales solo en una parcialidad, porque las
personas con menos recursos no se veían beneficiadas ya que se asentaron en
terrenos irregulares (Benévolo, Leonardo, 1999, p. 1025) dando lugar a los
denominados “cinturones de miseria”, formándose una especie de ciudad alterna a
la otra que sí estaba ordenada. En este sentido, comienza a requerirse la
presencia de otras disciplinas relacionadas con problemas de tipo social, más
allá de la arquitectura y el urbanismo. Sin embargo, y a pesar de los numerosos
programas que se elaboran para resolver estas cuestiones no se consigue
contener el desarrollo de estas áreas porque presentan un precipitado
crecimiento.
De
tal manera que la intención de los arquitectos resulta corta ante el ímpetu de
la máquina capitalista, que obliga a la sociedad a entrar en esta problemática
compleja de desigualdad social, como mero impulso de la economía. Existe una
reciente película de animación brasileña titulada “El niño y el mundo” que
además de su belleza visual plasma claramente la complejidad de la situación,
en ella, un joven se ve expulsado de su tierra de origen para ir a buscar un
mejor oportunidad a la ciudad –al igual que lo hizo su padre-, trabajando en
enormes industrias que consumen a las grandes masas de población. La industria
es representada como un enorme monstruo al que solo le interesa producir;
orilla a las personas a vivir en sitios alejados, hacinados. Sin embargo el
joven consigue mantener su espíritu, su esencia aún en su vejez. La película
consigue terminar con una luz de esperanza ante la posibilidad de un retorno
hacia la naturaleza.
Por
otro lado, en los países más desarrollados, específicamente en Europa, se da un
fenómeno completamente opuesto, las personas tendrán un mejor nivel de vida en
general y como ya se había mencionado el crecimiento poblacional se verá
frenado. En este sentido, se trata de ciudades que tienen historia, con edificios
que poco a poco perderán su uso, aquí comienza a apostarse por el reciclaje
urbano, ya no se requiere crecer, es mejor aprovechar la estructura que existe
para resolver las nuevas necesidades que surgen.
En
este sentido aparecerán una serie de disyuntivas con respecto al uso del
Patrimonio, que se irán resolviendo poco a poco con el paso del tiempo,
experimentando y aprendiendo de esta prueba y error. Lo verdaderamente
importante es la relevancia que adquiere el Patrimonio Edificado y los Centros
Históricos, su valoración y toda la serie de leyes que surgen en búsqueda de su
conservación y uso. Se trata de darle vida a lo existente, porque un edificio
sin uso se convierte en un inmueble muerto y eso lo condena a su deterioro e
inminente ruina, y el aprecio a la ruina quedó ya muy lejos de este tiempo con
Ruskin durante el Romanticismo. Europa se convertirá en la punta de lanza para
este reciclaje, que se permeará a otras ciudades menos desarrolladas, pero
serán incluso hasta la fecha ellos quienes llevarán la batuta sobre lo que debe
o no debe hacerse al respecto.
Además,
los arquitectos más famosos de la segunda mitad del Siglo XX participaran en
estas rehabilitaciones y adaptaciones a edificios y al propio tejido urbano
histórico, marcando tendencia y rompiendo con lo usual, como Norman Foster,
Ieoh Ming Pei, Herzog & de Meuron o Eric Miralles y Benedetta Tagliabue,
entre muchos otros.
Los
estudios urbanos han continuado a lo largo de las décadas, se han realizado
planes corrigiendo errores del pasado, sin embargo, actualmente se tiene una
política más enfocada en no realizar cambios radicales, sino trabajar por zonas,
respondiendo a las necesidades, además que se habla del trabajo colaborativo,
donde se incluye a todas las personas que se verán afectadas, o mejor dicho
beneficiadas de las reformas urbanas, para que de esta forma, sean las mismas
personas quienes cuiden el trabajo del que han participado. Falta mucho por
hacer, las personas con menores recursos siguen siendo expulsados hacia el
exterior de las ciudades, el problema no ha sido resuelto, ya que hay muchos
factores de por medio que no permiten mejorar la situación que son en buena
medida ajenos a los planeadores urbanos.
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